Contienda electoral del
14 de abril dejó a su paso una ola de denuncias y un Comando Simón Bolívar que se
niega a reconocer lo que a su juicio es gobierno ilegítimo
¿Quién
será el próximo Presidente de Venezuela? Esa era la pregunta que retumbaba en
la cabeza de millones de ciudadanos venezolanos, tanto fuera, como dentro del
país. El inicio de la jornada electoral
estaba pautado para las 6:00 am del día 14 de abril. Pasadas las 4:00 am ya se
aglomeraban pequeños grupos de personas en las afueras de los centros de
votación, llenos de ansiedad, ante una victoria que parecía cantada.
José
García Colmenares fue uno de los residentes que desde tempranas horas se
dirigió a ejercer su derecho al voto, como todos los jóvenes, sueña vivir en un
país lleno de oportunidades y libre de polaridad. No había salido el sol cuando
ya se trasladaba para ejercer su derecho al voto. El centro de votación al cual
se dirigía queda tan solo a veinte minutos de su hogar, por lo que tuvo que
usar el transporte público.
En la
vía pudo notar lo que a su parecer era un gran ausentismo de electores en otras
escuelas asignadas para este mismo fin. Continuó camino a su destino, temiendo
que el gran ganador fuese la abstención. Para su mayor sorpresa y decepción,
fue el segundo elector en ejercer su derecho en la mesa número seis de la Unidad
Educativa Santiago Mariño ubicada en el municipio San Diego.
Pero su tristeza fue momentánea, eran las
7:00 am cuando García se dirigió al kiosco más cercano para comprar el
periódico. Al iniciar su lectura, rápidamente notó que lo planteado por el
candidato Henrique Capriles Radonski, a votar en pequeños grupos distribuidos a
lo largo del día, se cumplía a la perfección. Dicha estrategia tenía el fin
de mantener en constante movimiento los centros electorales, para
reducir posibles irregularidades.
Mientras
esperaba el autobús que lo llevaría a su hogar, observaba y analizaba el tenso
panorama que se apreciaba en el ambiente. En la avenida Don Julio Centeno se
visualizaba con temor desde motorizados con vestimentas alusivas al Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), hasta tanquetas y vehículos militares que
custodiaban la zona ante cualquier intento desestabilizador que pudiese surgir
durante el resto del día.
Una vez que llegó a su
hogar, como todo venezolano, lo primero que hizo fue encender el televisor para
informarse acerca de la fiesta electoral que se vivía en Venezuela. Desde muy
temprano se rumoraban resultados, esto aumentaba la tensión entre ambos bandos.
En las siguientes horas el nerviosismo se adueñaba lentamente de su
ser, y el entusiasmo comenzó a notarse en su círculo de amistades que parecían
haberse dejado llevar por los falsos rumores.
En horas del mediodía, la alternativa democrática convocó
a todos los ciudadanos a acudir masivamente a las urnas electorales, y darle
paso a lo que calificaron como la “avalancha de votos”, con la finalidad de
invertir los resultados que a su parecer generaban confianza en la bancada
oficialista. Es entonces cuando se libró una verdadera batalla entre ambas
opciones para aumentar la mayor cantidad posibles de votos.
A pesar de esto el sector oficial se concentró en sumar votantes
a su candidato con lo que denominaron la “operación remolque”, utilizando todos
los recursos del Estado y obligando a empleados públicos bajo amenaza de
despido para ejercer su voto, además de esto, amedrentaban a los electores a
las afueras de los centros con grupo motorizados. Todo esto ocurría mientras
cientos de denuncias a nivel nacional se hacían públicas por los distintos
medios de comunicación, y a su vez recopiladas por el Comando Simón Bolívar.
A medida que caía la tarde, el suspenso crecía en toda la
población, en el sector oficial se respiraba un aire de derrota, y por primera
vez en mucho tiempo su semblante no mostraba la acostumbrada felicidad y
seguridad con que solían esperar los resultados en comicios anteriores. Todo
parecía que culminaría con una aplastante caída para el sector oficialista,
ante una crecida oposición que logró en unidad mejorar sus fallas luego del
fracaso acaecido el 7 de octubre de 2012, en el cual resultó reelecto el
fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías.
Pasadas las 6:00 pm, la mayor parte de la población se
encontraba paralizada en sus hogares a la espera del primer boletín con los
resultados oficiales por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE). A pesar de
las dificultades el Comando Simón Bolívar se mantuvo tranquilo, seguro y
sonriente ante un resultado que ya se veía venir. Numerosos líderes opositores
manifestaban seguridad y se proclamaban victoriosos en la contienda electoral,
aunque el comando integrado por miembros del PSUV y partidos aliados llamaban a
esperar los resultados.
En los centros electorales se mantenía el personal
competente acompañado por el Plan República, encargados de resguardar el
material electoral. Transcurría la noche ante la mirada expectativa de millones
de venezolanos de ambos bandos. A media noche el CNE anunció el primer boletín en
el cual resultó ganador y de manera irreversible el candidato Nicolás Maduro
Moros con un margen de 235 mil votos de
diferencia.
Pero esta vez a diferencia de otras ocasiones, existía un
silencio sepulcral, aisladamente se oían cohetes. ¿Reflejó este resultado la
voluntad del pueblo venezolano? Es una pregunta digna de analizar. Al momento en
que la rectora Tibisay Lucena terminó su alocución, el resto de los rectores se
sorprendió al ver que uno de sus colegas, Vicente Díaz, planteó la auditoría
del 100% de los votos, debido a la mínima ventaja que existió en la contienda.
Minutos después, en todos los canales de la televisión nacional
se trasmitió el discurso del polémico candidato Nicolás Maduro Moros, quien
inició su gobierno con un incoherente mensaje, alegando que había ganado la
mayoría y desconociendo la existencia de una mitad que no votó por él, los
cuales exigieron respeto y reconocimiento desde el momento en que se dio a
conocer el resultado.
Aproximadamente una hora después se pronunció Henrique
Capriles Radonski, quien con pruebas en mano dio a conocer que su comando
recibió alrededor de 3.000 irregularidades que incluyen máquinas averiadas, abuso
del voto asistido, mayor cantidad de votos que el número de electores y la
expulsión de testigos de mesas amenazados con armas de fuego. El candidato propuso
una auditoría alegando que es un derecho constitucional.
La madrugada transcurrió serena, a pesar de que los
seguidores del PSUV celebraban su victoria y sus pandillas motorizadas hacían ronda
por distintos sectores del estado. Pero el sector de la población que no
resultó favorecido sentía esperanza, con un elevado espíritu de lucha que
exigía el cumplimiento de sus derechos como ciudadanos de este país, basándose
en el respeto a la constitución.
Amaneció rápidamente y el 14 de abril ya era pasado, aunque aún estaba muy fresco en la memoria de
los venezolanos. A pesar que en un primer momento el candidato “ganador” de la
contienda electoral estuvo de acuerdo con la realización de una auditoria,
rápidamente ocurrió un suceso inesperado, cambió su discurso y anunció una
veloz proclamación. Esto generó una ola de protestas en todo el territorio
nacional, siendo el reciente gobierno víctima de cacerolazos.
Esta crisis dejó un indignante panorama para cientos de
personas que hicieron uso de su derecho a protestar pacíficamente y fueron
amedrentados por grupos oficialistas y por cuerpos de seguridad del estado. Sin
voz alguna y desprotegidos legalmente, estudiantes, amas de casas, obreros y
padres de familia fueron víctimas de brutales atropellos y arrestos
injustificados por parte de las autoridades.
Ahora se inicia una etapa post electoral, solo es
cuestión de tiempo para saber lo que el futuro le deparará al país. Es preciso
recordar que ambas partes comparten un rasgo en común, todos son venezolanos,
independientemente de la postura política que tengan ¿acaso no existen derechos
constitucionales para aquel ciudadano que piense distinto? Mientras ambas
partes se dejen llevar por el odio y el rencor nunca existirá la esperada reconciliación
nacional. El tiempo no regresa, pero aún se puede escribir una nueva historia
para Venezuela.
Abrahán J. Cumana Caballero - Twitter: @AbrahanCumana (2º lugar en la categoría intermedia del Concurso de Crónicas Periodísticas)
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