viernes, 31 de mayo de 2013

Futuro incierto

     Contienda electoral del 14 de abril dejó a su paso una ola de denuncias y un Comando Simón Bolívar que se niega a reconocer lo que a su juicio es gobierno ilegítimo
¿Quién será el próximo Presidente de Venezuela? Esa era la pregunta que retumbaba en la cabeza de millones de ciudadanos venezolanos, tanto fuera, como dentro del país. El inicio de la jornada  electoral estaba pautado para las 6:00 am del día 14 de abril. Pasadas las 4:00 am ya se aglomeraban pequeños grupos de personas en las afueras de los centros de votación, llenos de ansiedad, ante una victoria que parecía cantada.

José García Colmenares fue uno de los residentes que desde tempranas horas se dirigió a ejercer su derecho al voto, como todos los jóvenes, sueña vivir en un país lleno de oportunidades y libre de polaridad. No había salido el sol cuando ya se trasladaba para ejercer su derecho al voto. El centro de votación al cual se dirigía queda tan solo a veinte minutos de su hogar, por lo que tuvo que usar el transporte público.

En la vía pudo notar lo que a su parecer era un gran ausentismo de electores en otras escuelas asignadas para este mismo fin. Continuó camino a su destino, temiendo que el gran ganador fuese la abstención. Para su mayor sorpresa y decepción, fue el segundo elector en ejercer su derecho en la mesa número seis de la Unidad Educativa Santiago Mariño ubicada en el municipio San Diego.

Pero su tristeza fue momentánea, eran las 7:00 am cuando García se dirigió al kiosco más cercano para comprar el periódico. Al iniciar su lectura, rápidamente notó que lo planteado por el candidato Henrique Capriles Radonski, a votar en pequeños grupos distribuidos a lo largo del día, se cumplía a la perfección. Dicha estrategia tenía el fin de mantener en constante movimiento los centros electorales, para reducir posibles irregularidades.

            Mientras esperaba el autobús que lo llevaría a su hogar, observaba y analizaba el tenso panorama que se apreciaba en el ambiente. En la avenida Don Julio Centeno se visualizaba con temor desde motorizados con vestimentas alusivas al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), hasta tanquetas y vehículos militares que custodiaban la zona ante cualquier intento desestabilizador que pudiese surgir durante el resto del día.

Una vez que llegó a su hogar, como todo venezolano, lo primero que hizo fue encender el televisor para informarse acerca de la fiesta electoral que se vivía en Venezuela. Desde muy temprano se rumoraban resultados, esto aumentaba la tensión entre ambos bandos. En las siguientes horas  el nerviosismo se adueñaba lentamente de su ser, y el entusiasmo comenzó a notarse en su círculo de amistades que parecían haberse dejado llevar por los falsos rumores.
En horas del mediodía, la alternativa democrática convocó a todos los ciudadanos a acudir masivamente a las urnas electorales, y darle paso a lo que calificaron como la “avalancha de votos”, con la finalidad de invertir los resultados que a su parecer generaban confianza en la bancada oficialista. Es entonces cuando se libró una verdadera batalla entre ambas opciones para aumentar la mayor cantidad posibles de votos.
A pesar de esto el sector oficial se concentró en sumar votantes a su candidato con lo que denominaron la “operación remolque”, utilizando todos los recursos del Estado y obligando a empleados públicos bajo amenaza de despido para ejercer su voto, además de esto, amedrentaban a los electores a las afueras de los centros con grupo motorizados. Todo esto ocurría mientras cientos de denuncias a nivel nacional se hacían públicas por los distintos medios de comunicación, y a su vez recopiladas por el Comando Simón Bolívar.
A medida que caía la tarde, el suspenso crecía en toda la población, en el sector oficial se respiraba un aire de derrota, y por primera vez en mucho tiempo su semblante no mostraba la acostumbrada felicidad y seguridad con que solían esperar los resultados en comicios anteriores. Todo parecía que culminaría con una aplastante caída para el sector oficialista, ante una crecida oposición que logró en unidad mejorar sus fallas luego del fracaso acaecido el 7 de octubre de 2012, en el cual resultó reelecto el fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías.
Pasadas las 6:00 pm, la mayor parte de la población se encontraba paralizada en sus hogares a la espera del primer boletín con los resultados oficiales por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE). A pesar de las dificultades el Comando Simón Bolívar se mantuvo tranquilo, seguro y sonriente ante un resultado que ya se veía venir. Numerosos líderes opositores manifestaban seguridad y se proclamaban victoriosos en la contienda electoral, aunque el comando integrado por miembros del PSUV y partidos aliados llamaban a esperar los resultados.
En los centros electorales se mantenía el personal competente acompañado por el Plan República, encargados de resguardar el material electoral. Transcurría la noche ante la mirada expectativa de millones de venezolanos de ambos bandos. A media noche el CNE anunció el primer boletín en el cual resultó ganador y de manera irreversible el candidato Nicolás Maduro Moros con un margen de 235 mil votos de diferencia.
Pero esta vez a diferencia de otras ocasiones, existía un silencio sepulcral, aisladamente se oían cohetes. ¿Reflejó este resultado la voluntad del pueblo venezolano? Es una pregunta digna de analizar. Al momento en que la rectora Tibisay Lucena terminó su alocución, el resto de los rectores se sorprendió al ver que uno de sus colegas, Vicente Díaz, planteó la auditoría del 100% de los votos, debido a la mínima ventaja que existió en la contienda.
Minutos después, en todos los canales de la televisión nacional se trasmitió el discurso del polémico candidato Nicolás Maduro Moros, quien inició su gobierno con un incoherente mensaje, alegando que había ganado la mayoría y desconociendo la existencia de una mitad que no votó por él, los cuales exigieron respeto y reconocimiento desde el momento en que se dio a conocer el resultado.
Aproximadamente una hora después se pronunció Henrique Capriles Radonski, quien con pruebas en mano dio a conocer que su comando recibió alrededor de 3.000 irregularidades que incluyen máquinas averiadas, abuso del voto asistido, mayor cantidad de votos que el número de electores y la expulsión de testigos de mesas amenazados con armas de fuego. El candidato propuso una auditoría alegando que es un derecho constitucional.   
La madrugada transcurrió serena, a pesar de que los seguidores del PSUV celebraban su victoria y sus pandillas motorizadas hacían ronda por distintos sectores del estado. Pero el sector de la población que no resultó favorecido sentía esperanza, con un elevado espíritu de lucha que exigía el cumplimiento de sus derechos como ciudadanos de este país, basándose en el respeto a la constitución.
Amaneció rápidamente y el 14 de abril ya era pasado,  aunque aún estaba muy fresco en la memoria de los venezolanos. A pesar que en un primer momento el candidato “ganador” de la contienda electoral estuvo de acuerdo con la realización de una auditoria, rápidamente ocurrió un suceso inesperado, cambió su discurso y anunció una veloz proclamación. Esto generó una ola de protestas en todo el territorio nacional, siendo el reciente gobierno víctima de cacerolazos.
Esta crisis dejó un indignante panorama para cientos de personas que hicieron uso de su derecho a protestar pacíficamente y fueron amedrentados por grupos oficialistas y por cuerpos de seguridad del estado. Sin voz alguna y desprotegidos legalmente, estudiantes, amas de casas, obreros y padres de familia fueron víctimas de brutales atropellos y arrestos injustificados por parte de las autoridades.
Ahora se inicia una etapa post electoral, solo es cuestión de tiempo para saber lo que el futuro le deparará al país. Es preciso recordar que ambas partes comparten un rasgo en común, todos son venezolanos, independientemente de la postura política que tengan ¿acaso no existen derechos constitucionales para aquel ciudadano que piense distinto? Mientras ambas partes se dejen llevar por el odio y el rencor nunca existirá la esperada reconciliación nacional. El tiempo no regresa, pero aún se puede escribir una nueva historia para Venezuela.


Abrahán J. Cumana Caballero - Twitter: @AbrahanCumana (2º lugar en la categoría intermedia del Concurso de Crónicas Periodísticas)

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